Llevo
tiempo queriendo escribir y profundizar sobre el tema del maltrato emocional y
no arranco, no he podido más que poner una serie de ejemplos observados en la
escoleta y de citas encontradas en los libros, pero nada que salga realmente de
mí. Creo que acabo de comprender el motivo.
El
tema del maltrato emocional está profundamente enraizado en mi historia
personal, he crecido sintiéndome indigna de amor, creyendo que nadie iba a ser
capaz de amarme porque soy y siempre he sido diferente, diferente a la norma. Y
desgraciadamente esta diferencia ha sido tratada por el conjunto de la sociedad
como algo negativo que hay que corregir u ocultar.
También
he sido maltratadora emocional, me veo a mí misma diciéndole a mi hermana menor
cosas horribles sobre que nadie la iba a querer si no cambiaba su
comportamiento…exactamente le transmitía el mensaje que yo había ido
interiorizando, si actúas diferente, si piensas diferente, si te relacionas
diferente, entonces recibes rechazo. Tus “iguales” no te aceptan, tus
profesores te hacen sentir culpable de que no te acepten, y tu familia…cree que
lo mejor para ti es que aprendas a vivir en el mundo según la norma
establecida, que no llames la atención, que no destaques…porque si no “te
cortan la cabeza” (Soy de Huesca y según la historia un rey hizo cortar la
cabeza de quien osó levantarla para retarlo y la usó como badajo para la
-famosa desde entonces- “campana de Huesca”).
Así
pues la sociedad y todos sus secuaces, a saber: escuela, medios de
comunicación, “cultura”, ocio y familia, conspiran contra los emergentes
susceptibles de provocar un cambio. Es decir tratan de anular, a través de
diversos -y a menudo perversos- métodos a aquellos individuos que destacan, que
se salen de la norma, que se alejan del rebaño.
El
maltrato emocional es un mecanismo altamente eficaz. El amor es consustancial
al ser humano. Nadie, absolutamente nadie puede vivir sin amor. Y el amor
comienza siempre en uno mismo. Si te amas a ti mismo, si te aceptas y te
valoras aprendes a equivocarte sin castigarte, te atreves a ser sin miedo a
perder, te permites vivir desde la autenticidad de tu ser, desde tu esencia,
desde tu genuina y única manera de estar en el mundo, de existir, de ser. Y
entonces y solo entonces te vuelves competente para amar.
Pero
todo esto no es sencillo, hace falta todo un trabajo de desprogramación y
reprogramación, porque en nuestra infancia, en nuestra sociedad y en nuestra
“cultura” la tradición dice algo muy diferente en lo referente al amor propio.
El mensaje que el entorno nos transmite es “amarse está mal, es egoísta, es ser
engreído, es no tener en cuenta a los demás, es vanidad, es soberbia; no
te ames demasiado no sea que te vuelvas así y además aléjate de las personas
que se aman, son vanidosas, engreídas, soberbias…”
Este
mensaje nos llega a través de múltiples vías, de nuevo los agentes educativos
cumplen aquí con su función de adiestrar para la sociedad y no de educar para
ser. Educan al individuo para existir en un mundo con valores decadentes que
sólo son válidos para perpetuar la sociedad actual (enferma y deshumanizada) y
no para atreverse a ser con sus peculiaridades, no para atreverse a ser
descubriendo quién es verdaderamente cada uno, no sea que nos demos cuenta de
que nuestras capacidades individuales y colectivas pueden favorecer la
emergencia de una sociedad totalmente diferente…
Sí,
en verdad el tema del maltrato emocional es un tema bien delicado, por su
sutileza y por su fuerza, por sus consecuencias y por su normalización. Creo
que no me equivocaría demasiado al afirmar que todas, absolutamente todas las
personas hemos sufrido algún tipo de maltrato emocional, sobre todo en nuestra
infancia. ¿A quién no le han hecho sentir ridículo en algún momento de su
vida? ¿o tonto? ¿o incompetente? ¿o incapaz? ¿o inútil? ¿Quién no se ha
sentido alguna vez humillado o ridiculizado? ¿burlas? ¿insultos? ¿menosprecios?
¿rechazos? ¿faltas de respeto? ¿desconsideración? Si se trata sólo de
episodios aislados no puede considerarse maltrato, sería más bien un trato
inadecuado. Pero si la conducta es persistente y habitual, entonces sí es
considerada un maltrato emocional y desgraciadamente, “en el mundo hay personas que pagan con los demás sus
frustraciones o su falta de madurez afectiva”. (Mary Ángeles Cremades)
Cuando
somos maltratados emocionalmente una parte de nosotros se viene abajo…si además
esto ocurre en el periodo preverbal, cuando los recuerdos no se crean con
palabras sino con sensaciones intensas que se engraman en el ser, peligra la
construcción de la identidad. La autoestima y el autoconcepto dependen
íntimamente de la devolución que se les hace a los niños y niñas de estas
edades, del espejo que hacemos de ellos. Ellos se construyen con la información
que les damos sobre cómo son,
“El descubrimiento de su propia identidad se
producirá desde nuestro reconocimiento a sus acciones y emociones” Vicenç
Arnaiz.
“El niño depende de los demás para su propia
valoración; se forja una imagen de sí mismo según la que de él le presentan los
adultos: si son amables, será porque él lo es; si se muestran fríos o brutales,
será porque es malo y sin valor (nuestro hijo hacía farsas “¡porque habían
dicho que era un farsante!)”. Osterrieth. P. “Psicología infantil”. Ed. Morata.
Pág. 101.
Si
les decimos “pero mira que eres tonto” se sentirán tontos y se identificarán
con esa actitud y su comportamiento, a la larga, estará orientado,
inconscientemente, a no defraudarnos, si pensamos que son tontos es que
esperamos que sean tontos y ellos se vuelven tontos…o mejor dicho se sienten
tontos.
La
Doctora Myrtha Chokler en uno de sus artículos nos plantea la siguiente
reflexión:
“¿Qué hombre y por lo tanto qué niño queremos ayudar a ser y a
crecer? ¿Un sujeto autónomo, libre, con confianza en sí mismo y en su entorno,
en sus propias competencias para pensar y elaborar estrategias a su nivel para
la resolución de obstáculos, problemas y conflictos, un ser abierto y sensible,
comunicado y solidario?
¿O bien un ser obediente, dependiente de la “autoridad” y
sometido al reconocimiento permanente del otro, temeroso al castigo y anhelante
del premio, un ser competitivo, exitista, rivalizando para ser “el primero”?
¿Un ser que piensa que identificarse con otro es confundirse con otro?
Entonces, conscientes de nuestra elección, ¿cuál es el rol del
adulto, de la sociedad, de los profesionales para salvaguardar el respeto por
la persona desde la niñez más temprana y su derecho a ser reconocida como quien
es, tal como es, más allá de la diferencia o de la singularidad?
A nuestro criterio algunas propuestas de crianza y educación
temprana, (…) facilitan por deconocimiento o por desborde emocional, la
reiteración de prácticas no respetuosas de las características madurativas y
psicológicas de cada niño en su originalidad como sujeto, fomentan la
dependencia excesiva, o la seudoautonomía, (…) a veces la hostilidad, la
humillación o el no reconocimiento elemental del niño que es, aquí y ahora,
abrumado por el que debería ser, presente en el imaginario de los adultos”. Myrtha
Chokler. “El concepto de autonomía en el desarrollo infantil temprano,
coherencia entre teoría y práctica”
Y
ahora sí, paso a describir las situaciones de maltrato emocional que he
observado en la escoleta en la que trabajo, pero antes puntualizar que cuando
veo a una educadora tratar mal a un niño o a una niña veo cómo ha sido tratada
esa educadora en su infancia, veo cómo se trata a sí misma, veo su falta de
autoestima y su ignorancia respecto al papel que realiza en la reproducción de
modelos adquiridos inconscientemente. Y de nuevo insistir: no la juzgo a ella como persona, juzgo y critico
una actitud suya que puede dejar secuelas importantes en la personalidad futura
de los niños y las niñas a su cargo. Una actitud que puede corregirse.
Maltrato emocional: burlas, insultos, motes, descalificaciones,
comparaciones.
Sé
que la palabra maltrato suena muy fuerte y que puede provocar reacciones
inesperadas. Pero de eso, precisamente, se trata, de provocar una reacción en
las personas que lo aplican. Mi deseo es que esa reacción se inicie con la
reflexión de la propia práctica y se siga con el firme propósito de cambiar y
mejorar la actitud pedagógica.
“El maltrato emocional: Es aquel conjunto de manifestaciones
crónicas, persistentes y muy destructivas que amenazan el normal desarrollo
psicológico del niño. Estas conductas comprenden insultos, desprecios,
rechazos, indiferencia, confinamientos, amenazas, en fin, toda clase de
hostilidad verbal hacia el niño. Este tipo de maltrato, ocasiona que en los
primeros años del niño, éste no pueda desarrollar adecuadamente el apego, y en
los años posteriores se sienta excluido del ambiente familiar y social,
afectando su autoestima y sus habilidades sociales.
En los últimos tiempos se habla de maltrato institucional, que
consiste en cualquier legislación, programa o procedimiento, ya sea por acción
o por omisión, procedente de poderes públicos o privados, por profesionales al
amparo de la institución, que vulnere los derechos básicos del menor, con o sin
contacto directo con el niño.
Consecuencias del maltrato infantil (…) todos los tipos de maltrato infantil dan
lugar a trastornos conductuales, emocionales y sociales.
En los primeros momentos del desarrollo evolutivo se observan
repercusiones negativas en las capacidades relacionales de apego y en la
autoestima del niño. Así como pesadillas y problemas del sueño, cambios de
hábitos de comida, pérdidas del control de esfínteres, deficiencias
psicomotoras, trastornos psicosomáticos”. Dr. Eduardo R. Hernández González.
Pediatra y Terapeuta de la Conducta Infantil. Artículo “El maltrato infantil”
Este
apartado lo ilustraré con ejemplos: Un día en el comedor una compañera obligó a
un niño a comer en contra de su voluntad y sin poder gesticular, ni tocarse la
cara, ni tocarse la boca. Al niño no le gustaba la comida, que ese día era muy
espesa y se la sacaba de la boca con las manos. La educadora no se lo permitió
y el niño lloró mucho y se puso muy nervioso. A mí me dolía, y la educadora me
decía, “míralo, que tozudo es, geniudo, que eres un geniudo, conmigo no te
servirá, estás acostumbrado a hacer lo que te da la gana, la ganas a tu madre
cuando lloras con este genio, pues a mí no me ganarás, aquí no mandas, que no
te toques la cara” y le inmovilizaba las manos… Este niño en esa fecha tenía 11
meses.
Esta
educadora acostumbra a hablar a los niños en tono de regañar (menos cuando
están los padres delante o alguna otra educadora) También les exige
competencias para las que no están preparados, haciéndoles sentir incompetentes
y riñéndolos si no lo saben hacer, como por ejemplo salir al pasillo a
identificar cada uno su chaqueta. Al empezar el curso estos niños tenían entre
14 y 16 meses y se dispersaban por el pasillo, había quienes no salían de la
clase, otros la seguían, otros se iban por el pasillo, ella se ponía muy
nerviosa…
Los
trata con desprecio, se burla de ellos si no hacen las cosas como ella espera,
“mírala esa, va por libre, eh tú, que no te enteras, ven aquí” “ay pobrecito,
menuda madre que te ha tocado, que lástima me das, pero es que tu madre…en
fin…unos días en mi casa y te ponía yo a puesto!” “mírala “la borbona”,
ay…pobrecita que llora porque se ha manchado la mano…será…borbona…” “ay
pobrecita, que sensible, es que ella es muy sensible verdad? Pues tendrás que
aprender a no ser tan sensible porque el mundo es muy duro, así que ve
aprendiendo finolis!” “GUARRO, que eres un GUARRO, la comida no se toca con la
mano, mira cómo te has puesto!” “no te toques el pañal GUARRO!! El culo no se
toca MARRANO!!”
“Es fundamental que la mirada del niño encuentre a la del
educador porque siempre que esto ocurre hay un despertar motor y el niño se
pone en acción. Cuanto más placer desprenda la mirada del adulto (madre, padre
o educador,) sobre la acción del niño, más estimulado se va a sentir el niño
para repetirlas. Dicho de otra manera, el niño va a repetir su acción porque se
da cuenta de que agrada a las personas que le rodean; se siente eficaz
porque transforma a sus padres y estos se quedan maravillados por los
progresos de su bebé. Esta gratificación mutua es fundamental para el futuro
del niño. Años más tarde, cuando pongáis a un niño a dibujar, o a modelar con
plastilina y oigáis decir: "yo no sé qué hacer", "yo no
puedo", debéis pensar que es un niño que no ha sido suficientemente mirado
con placer, que no ha recibido este espejo de placer de su acción cuando era
más pequeño y por tanto no tiene confianza en poder transformar nada
eficazmente sobre el mundo exterior”. Mary Ángeles Cremades. Presidenta de la
ASEFOPP. 4º Congreso Internacional sobre Educación Infantil
Otros
ejemplos de maltrato son los desprecios o los rechazos, no permitir que una
niña se siente a nuestro lado en el banco, o sea, no permitir establecer un
vínculo de apego con la figura de referencia y obligarla a ir a jugar…el año
pasado había un caso de una niña que no quería jugar con agua, su educadora la
obligaba y la hacía sentir mal por no querer jugar a lo mismo que sus
compañeros “el agua no te hará nada, pero mira que eres…” “es la hora de jugar
con agua, no de sentarse”…la niña acababa lloriqueando y “jugando” (no
olvidemos que para que el juego sea considerado juego ha de ser espontaneo y
libre, nunca obligado) bien pues la niña “jugaba” para su educadora, para
sentirse aceptada y no rechazada…la semana pasada me enteré que esta niña, a
principio de verano tuvo un encuentro desagradable con el agua, su madre
embarazada y ella estaban en una silla sentadas mirando los juegos de agua del
barrio, un señor se les acercó y les tiró un cubo de agua helada por encima,
esta niña se dio un buen susto…me parece muy lógico que no quisiese jugar con
agua…por suerte este año todo cambió y disfruta mucho del agua en su casa.
También
a esta niña se le regañaba por no jugar con sus compañeros, ella buscaba
siempre la proximidad del adulto y lo imitaba. Su educadora la reprendía por
ello y le decía “vete a jugar, tú no eres una de nosotras” “qué te he dicho de
sentarte en el banco? Tú a jugar, nada de sentarse”
Respecto
a todo esto me parece fundamental que las educadoras tengamos claros cuáles son
nuestros objetivos, si pretendemos que los niños y las niñas ganen autonomía y
puedan hacer las cosas por ellos mismos, atendiendo a sus deseos y necesidades,
si queremos promover el desarrollo de su autoestima, el adecuado
desenvolvimiento de su amor propio, no debemos olvidar que se basa en la imagen
de sí mismo que el niño y la niña construyen con el material que nosotros les
damos, nuestras valoraciones, juicios, devoluciones, ayudan al niño y a la niña
a formarse un concepto de sí mismos: el autoconcepto. Todo esto forma parte
del proceso de identidad y de individuación. Es de primer orden que
sepamos lo contraproducentes que son determinadas conductas, como las descritas
en este artículo, y centrarnos en aprender y mejorar nuestras actitudes en lo
referente a la afirmación del “yo” a la formación del individuo, a la
construcción de la autoestima.
“Se favorecerá la afirmación del “yo” en el niño y el
adolescente con todo aquello que contribuye a:
-
Reforzar la seguridad en sí mismo
-
Elevar la conciencia de la identidad personal y
-
Desarrollar una sana autoestima
Para ello es preciso atender al desarrollo secuencial de los
motivos, desde las necesidades biológicas a las psicológicas.
-
Educar con calidez, expresada en un trato afectuoso,
libre y sincero, del que forma parte, sobre todo en la infancia y niñez, la
expresión explícita (verbal y física) del afecto. Se trata, en última
instancia, de que el niño y el adolescente se sientan aceptados y queridos por
encima de todo. Esta calidez involucra el respeto.
-
Desechar todo tipo de comparaciones (con vecinos,
hermanos, compañeros), pues en toda comparación siempre hay un ganador y un
perdedor y de alguna forma significa una estimulación competitiva y una no
aceptación de la identidad personal
-
Favorecer una identificación positiva con modelos
coherentes y sobre todo con el propio ejemplo. El padre, el maestro, es
inevitablemente un modelo para los niños y adolescentes y este papel modélico
nos hace responsables de un esfuerzo honesto de autenticidad y coherencia.
-
Desechar como sistema el castigo físico. El castigo
físico no es más que una escuela de violencia y habla más de la agresividad y
frustración de quien lo infringe (que se desfoga con el niño) que de la
gravedad de la falta cometida”. Mariano Moragues R. “Educar para el
autogobierno” Págs.56 y 57
Y
Sobre todo no olvidar nunca que si somos educadoras debemos tener bien presente
la influencia que nuestras “etiquetas” ejercen sobre los pequeños:
“La desaprobación, la reprimenda, significan para el niño una
pérdida de valor, una disminución del afecto que debe evitar a toda costa para
conservarse seguro. El niño depende de los demás para su propia valoración; se
forja una imagen de sí mismo según la que de él le presentan los adultos: si
son amables, ser porque él lo es; si se muestran fríos o brutales, será porque
es malo y sin valor (nuestro hijo hacía farsas “¡porque habían dicho que era un
farsante!). Ha podido demostrarse que las actitudes aprendidas a través de las
reacciones de los padres son fundamentales para la posición adoptada por el
niño respecto a sí mismo; parece ser que el rechazado, por ejemplo, convencido
por ello de su carencia de valor, se comporta en lo sucesivo de modo que siga
rechazándosele, y conserva durante su vida la inseguridad inicial. En el marco
de la aprobación y la desaprobación, el niño halla también, pues, factores
ansiógenos. Osterrieth. P. “Psicología infantil”. Ed. Morata. Pág. 101
Bea
Rodríguez Martínez
Psicomotricista
y Educadora Infantil
(…) Demasiados adultos olvidan que las amenazas verbales, las
advertencias siniestras, las predicciones angustiadoras (te vas a caer y te
romperás el cuello, te vas a estrellar…etc.) no sólo son comprendidas a esta
edad, sino además tomadas al pie de la letra por el niño, alimentando así su
ansiedad latente”.Osterrieth. P. “Psicología infantil”. Ed. Morata. Pág. 101
Bibliografía.
-
Eduardo R. Hernández González. Artículo “El maltrato infantil”
-
Karmele Angulo San Millán. Artículo “Mirando al niño”
-
Mariano Moragues R. “Educar para el autogobierno” Ed.
Tarea
-
Mary Ángeles Cremades. “4º
Congreso Internacional sobre Educación Infantil”
-
Myrtha Chokler. Artículo “El concepto de autonomía en el desarrollo infantil temprano,
coherencia entre teoría y práctica”
-
P. Osterrieth. “Psicología infantil”. Ed. Morata.
-
Vicenç Arnaiz; Artículo “Los ojos de la maestra”. Artículo Revista Entre líneas.
Núm 7.